Estamos a finales de noviembre y hace un tiempo fresco y soleado. Apenas hay una fina capa de nieve en la parte más alta de Cuerda Larga y del macizo de Peñalara. Como Juanjo está de viaje por Centroamérica y no consigo coincidir con Raúl, me decido a hacer una excursión en solitario por algún lugar que todavía no haya visitado de la Sierra de Guadarrama. Así que preparo la mochila y me dirijo al puerto de Navafría para hacer una ascensión rápida a dos moles de esta zona serrana: El Nevero (2.209 m.) y Peñacabra (2.159 m.).
Para acceder al puerto de Navafría tomamos la carretera que parte de la localidad de Lozoya. El trayecto hasta el puerto es muy agradable ya que atravesamos un precioso bosque de robles que en esta época del año presenta una bonita estampa otoñal.
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El Nevero y Peñacabra desde la carretera. |
Según vamos subiendo, los robles van dejando paso a los pinos. Ya en el puerto aparco el coche en una pequeña explanada a la derecha. Hay más coches pero casi todos son de buscadores de setas, que aprovechan la tardía temporada de este año. Unos metros más alante, en la margen izquierda, se encuentra el refugio de Navafría, hoy convertido en Centro de esquí nórdico.
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El refugio y la pista de Navalcollado |
Junto al refugio comienza el camino de Navalcollado, una pista casi horizontal en su inicio que va ganando altura muy suavemente hasta llevarnos al Nevero. Se trata de la opción más cómoda para ascender, pero también la más larga. Así que retrocedo justo hasta donde se encuentra el cartel con la indicación de "Puerto de Navafría. 1773 m.". Subo el pequeño talud que hay al borde de la carretera y paso al otro lado de la alambrada por una puerta giratoria que impide que escape el ganado. Al final de una pequeña praderita se ve el inicio del camino que sube entre los pinos por la línea de máxima pendiente. Esta es la máxima dificultad del itinerario de hoy: hay que ascender unos 300 metros en el primer kilómetro de recorrido. Más vale haber desayunado en condiciones.
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Subiendo por la empinada senda |
El camino discurre en todo momento pegado a una alambrada por el lado izquierdo, según ascendemos.
Al ir ganando altura los árboles comienzan a escasear y se puede ver algo del paisaje.
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El bosque se va despejando |
Superados los 2000 metros de altitud, la única vegetación que hay son piornos. Ahora podemos ver una amplia panorámica del valle del Lozoya y frente a nosotros el escalón rocoso del Alto del Puerto.
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El Alto del Puerto |
El camino remonta el escalón haciendo varios zig-zag. Una vez superado este, me detengo para descansar y contemplar el magnífico paisaje que se divisa desde aquí.
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Contemplando el valle |
Con el aliento recuperado reanudo el camino. El terreno ahora es mucho más cómodo y el único obstáculo lo constituyen los restos de fortificaciones y trincheras de la guerra civil.
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Al fondo, el Nevero |
La cumbre del Nevero es una loma ancha y redondeada. Aquí hay aún más restos de rudimentarias fortificaciones militares. Qué frío debió pasar esta pobre gente aquí...
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Cumbre del Nevero (2.209 metros) |
Junto a lo que queda del desmochado vértice geodésico contemplo el final de mi recorrido de hoy: el Peñacabra. Aunque en la foto no se aprecia, lo claro del día permitía ver el macizo central de Gredos, completamente nevado.
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Mirando hacia Peñacabra |
Tras un cómodo paseo llego al Peñacabra, donde contemplo un grupo de buitres que pasan planeando tan cerca de mí que puedo oír el silbido que hacen sus enormes alas al cortar el aire.
Tomo un tentempié y me pongo en marcha, retornando por el mismo camino.
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Cumbre de Peñacabra (2.159 m.) |
Antes una última mirada a Peñalara, que desde aquí presenta una silueta piramidal que le hace aún más bello.
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Peñalara |
Ya casi llegando vuelvo a ver el embalse de Pinilla.
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Lozoya y el embalde de Pinilla |
La bajada final hasta el puerto se hace incomoda por la fuerte pendiente del camino, pero en unos minutos llego al coche. En total he empleado 3 horas y 20 minutos, incluyendo paradas, en recorrer unos 11,5 kilómetros.
Ahora, a planificar la próxima excursión. ¡Saludos montañeros!