Subir o bajar de la montaña constituye la realización de actos trascendentes, que dejan huella -perceptibles en mayor o menor grado- en el alma de los humanos, influyendo en el ánimo y por ello en el comportamiento. Llegar a las montañas es verdaderamente el gran hallazgo que nace del eterno anhelar del espíritu. Elevarnos en esos escenarios de piedra, agua, hielo y luz, sobre todo luz, es caminar hacia la liberación, el gran sentimiento de la cima. En la ascensión, travesía o escalada a las cimas, es donde verdaderamente podemos "probarnos" a nosotros mismos sin engañarnos con "experiencias prestadas". Nietzsche situó a Zaratustra en las montañas alpinas, Buda nació en el Himalaya, Sinaí fué en sus escarpaduras escenario de Dios y de Moises, el Arca de Noé zozobró en el monte Ararat... Todas las montañas de la Tierra son mágicas y constituyen un bosque inmenso de símbolos.

César Pérez de Tudela

martes, 9 de octubre de 2012

Los Siete Picos, o la Sierra del Dragón.



En torno a este bonito cordal de la Sierra de Guadarrama existen multitud de senderos y caminos. No en vano esta es la zona que vió nacer algunas de las primeras sociedades montañeras que se crearon en España, como el Twenty Club en 1907, que más tarde se convetiría en el Club Alpino Español, o el conocido como Club de los 12 amigos en 1913, germen de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara.

Estas pequeñas agrupaciones estaban compuestas por personas de distintas profesiones y procedencias, pero con una inquietud común en conocer la montaña y en la práctica del montañismo. Los nombres de algunos de estos pioneros nos resultan familiares ya que dan nombre a caminos o a refugios de montaña: Antonio Victory, José Fernández Zabala, Eduardo Schmid, Enrique Herreros...
Otros nombres son menos recordados, aunque no menos importantes: Constancio Bernaldo de Quirós, Manuel González de Amezúa, los tres hermanos Kindelán...

Así que espero esta excursión de hoy sirva de modesto homenaje a aquellos precursores del montañismo que hace cien años se divertían por estas cumbres haciendo exactamente lo mismo que nosotros hacemos ahora.

Para evitar en lo posible las aglomeraciones que ellos no padecían llegamos al Puerto de Navacerrada a las 8:30. El tiempo está algo más frío de lo que esperábamos y nos tomamos un café para entonarnos y comentar acerca del recorrido de hoy. Vamos a recorrer los Siete Picos (pero los siete, eh! sin dejarnos ninguno) y llegaremos hasta Collado Ventoso, donde iniciaremos el regreso al Puerto de Navacerrada por el Camino Schmid. Aquí va un pequeño mapa con el itinerario:



Salimos de la cafetería Dos Castillas y tomamos la pista asfaltada que sale por la parte posterior en dirección a la Residencia Militar de Los Cogorros. A los pocos metros subimos por una escalera metálica que nos lleva hasta la base de la pista de esquí conocida como El Telégrafo, que tenemos que remontar.


El Club de los 4 amigos

Los componentes del grupo de hoy somos Juanjo, Raúl, Javi y Pablo.

Subiendo la cuesta...

...con La Bola del Mundo dándonos sombra.

En seguida llegamos a la plataforma horizontal a la que llegan los telesillas de esta minúscula estación de esquí.

Frente a nosotros, los Siete Picos.
Desde aquí vemos el cordal de los Siete Picos, ya iluminado por el sol. Dicen que en la Edad Media recibía el nombre de Sierra del Dragón debido a que su picuda silueta se asemeja a la espalda de ese animal mitológico. Yo no me creo mucho esta historia, pero el nombre queda bonito...

El camino es cómodo...

...y, para nuestra sorpresa, estamos completamente solos.
El camino asciende muy suavemente, rodeando el pequeño promontorio rocoso del Alto del Telégrafo, que está coronado por una pequeña estatua a la que llaman la Virgen de las Nieves.

La pequeña estatua.
Un poco más y llegamos a la Pradera de Siete Picos (unos cuarenta minutos desde la salida), que es un amplio y despejado collado situado entre el Alto del Telégrafo y la cuerda de esta Sierra del Dragón. Aquí encontramos una gran roca a la que llaman Piedra Ventolera.

La Piedra Ventolera
Un poco más adelante abandonamos nuestro camino (la Senda Herreros) saliendo por la derecha en dirección a la parte más alta del cordal. Tenemos que superar un desnivel de unos 200 metros en un kilómetro de recorrido.

Comienza la subida.
El camino, bien definido al comienzo, se ramifica y diluye buscando el mejor paso en su ascensión entre los pinos y los bloques de granito. En todo caso, es casi imposible perderse debido a la gran cantidad de montoncitos de piedras que indican la dirección correcta. Pronto comenzamos a notar el esfuerzo: hay que parar a quitarse algo de ropa.

Nos sobra algo de abrigo.

Ya sobrepasada la cota de los 2000 metros los árboles comienzan a escasear.

Bola del Mundo y La Maliciosa al fondo

En la parte final de la subida la pendiente se suaviza y aceleramos el paso. Ya casi hemos alcanzado nuestro primer objetivo.

Llegando al inicio de la cresta.

Y ahí lo tenemos: el primero de los Siete Picos. Bueno, en realidad es el séptimo ya que suelen numerarse desde la vertiente madrileña (desde la segoviana no se ven todos) y de izquierda a derecha, pero para no liarnos los iré nombrando según el orden de marcha.

Este es el primero de los siete.
El agarre del granito es muy bueno y la subida es fácil y divertida.


Subida al pico.
Detrás de nosotros sube otro montañero que nos hace la foto de la cumbre.


Vértice geodésico Siete Picos: 2.138 metros.

De los siete picos, sólo seis forman parte del cordal. El séptimo de hoy (en realidad el primer pico según se les denomina habitualmente), que tiene por nombre Pico Majalasna, está situado fuera de la alineación de la cresta y unos doscientos metros más abajo.

Bajada del primer pico.
Mientras llegamos a el, nosotros subimos a todos los promontorios rocosos que aparecen por el camino.

A por otro.

Y acabamos teniendo la sensación de que hemos subido a catorce picos, en vez de a siete.

Pablo con Peñalara al fondo.

El día es claro y el paisaje desde aquí es fantástico. Al norte se divisa el espectacular pinar de Valsaín, y más allá la llanura segoviana.

Hay buenos destrepes.

Mientras contemplamos el paisaje seguimos subiendo y bajando.

Otro pico más.

No nos dejamos atrás ningún pico por subir.


Curiosa piedra en equilibrio.
La Naturaleza forma caprichosas figuras con las enormes rocas, unas veces dejandolas en equilibrio y otras creando un caos de bloques.

¡Que se me cae!
Seguimos avanzando y subiendo a todos los picos. El día es fantástico.

Vamos a por otro más.
En uno de los últimos picos nos encontramos con un grupo numeroso de excursionistas. A Raúl le da la vena paternal y se detiene para hablar con una niña de unos 10 años que está junto a sus padres. Le pregunta si ella solita ha subido arriba y si nos puede indicar el camino. La criatura, ni corta ni perezosa, nos dice que la sigamos y empieza a subir como una cabra. Así que nosotros, ataviados de montañeros, nos tenemos que poner a subir por las rocas a toda velocidad siguiendo a una mocosa con playeras que nos lleva hasta la cima del pico. Casi nos deja sin aliento.

Ya hemos perdido la cuenta.
Desde el quinto pico (ya sabéis, en realidad el número tres) vemos un pequeño claro entre el pinar, allá abajo. Es Collado Ventoso. Por ahí tendremos que pasar para iniciar el camino de vuelta.


Collado Ventoso visto desde el pico número tres.
Una bajadita más. Se empieza a notar el castigo en las piernas.


Paisaje de granito.

Ya estamos en la parte final del cordal. Abajo se distingue un tramo de la conocida como Carretera de la República. Esta obra inacabada, proyectada e iniciada durante la dictadura de Primo de Rivera, pretendía unir ambas mesetas a través del Puerto de la Fuenfría, entre Cercedilla y Valsaín, en lugar de la actual carretera, que lo hace por el Puerto de Navacerrada. Ya en aquella época las presiones de los grupos conservacionistas y las sociedades creadas para el estudio de la sierra de Guadarrama, así como el posterior desinterés de la República, hicieron que las obras se paralizasen convirtiéndo lo que debía ser una carretera en una pista forestal.

El sexto pico (o nº 2). Al fondo, la carretera de la República.

Haciéndo uso del zoom de la cámara podemos distinguir un grupo de ciclistas subiendo por la carretera, cerca del Mirador de la Reina.

La carretera de la República llena de ciclístas.

Si echamos la mirada atrás, distinguimos las antenas del Alto de Guarramillas entre las crestas de Siete Picos.

Mirando hacia atrás vemos la Bola del Mundo.

Una vez finalizado el recorrido por la cresta, tenemos que descender hasta el último de los picos. En lugar de buscar un camino más fácil (que lo hay) decidimos bajar siguiendo una línea recta en dirección al Pico Majalasna.

Bajada directa hacia el séptimo pico.
En algunos tramos el descenso es bastante vertical, por lo que tenemos que hacerlo con precaución: una caída aquí es de las que hacen daño.


Siempre con precaución.
Según vamos descendiendo nos aproximamos de nuevo al bosque de pino silvestre.

Al fondo, el séptimo pico de hoy.
En la siguiente foto se ve el itinerario seguido en el descenso del sexto pico (o pico nº 2).

Camino por el que no hay que bajar.
Cuando llegamos al llano y nos liberamos de la tensión de la bajada notamos el hambre que tenemos, así que hacemos un descanso y tomamos un bocata y algo de fruta.

Poco antes de parar a comer algo.
Frente a nosotros tenemos ya el Pico Majalasna, último de los siete. Vemos que hay bastante gente que llega hasta aquí desde el Puerto de Navacerrada por la Senda Herreros (aquella que nosotros abandonamos junto a la Piedra Ventolera, hace casi tres horas)

El séptimo de hoy, o Pico de Majalasna.
Desde su cima vemos nuestro próximo objetivo: el Collado Ventoso. Para llegar allí tendremos que atravesar el pinar de la Navazuela por el camino conocido como Senda de los Alevines.

Frente a nosotros, Collado Ventoso.
El inicio del camino lo hacemos junto a unos caballos.

Unos caballos nos indican el camino.
El sendero es estrecho y a veces tortuoso, pero está perfectamente marcado con círculos amarillos en los árboles, por lo que es imposible extraviarse.

La senda de los Alevines, por la umbría de la Navazuela.

Unos enormes bloques de piedra interrumpen la Senda de los Alevines y tenemos que agacharnos para continuar.

Entrada...

...y salida del agujero.
La fuente de los Alevines nos indica que ya estamos muy cerca del collado. Después de un verano tan seco apenas caen unas gotas de agua por el caño.

El alevín del grupo, en la fuente a la que da nombre.
Por fín llegamos a Collado Ventoso, después de casi siete kilometros de recorrido. Parece una romería por la cantidad de gente que hay aquí así que continuamos sin parar.
Collado Ventoso.
Emprendemos el regreso hacia el Puerto de Navacerrada por el famoso Camino Schmid.

Iniciamos el regreso por el Camino Schmid.
Este tramo es cómodo y agradable y nos vamos cruzando con mucha gente.

La umbría de Siete Picos.
Los metros finales del sendero son una ligera subida.

Tramo del camino entre la Navilla y la Rinconada.
Y finalmente llegamos a la pista asfaltada en la que empezamos nuestra excursión hace algo más de cinco horas. Ha sido la primera ruta de esta temporada y se nota en las piernas.

De vuelta en el Puerto de Navacerrada: misión cumplida.
Ahora unas cervecitas y a casa. Ya estamos pensando cual será nuestra próxima salida. ¿Quizá Cuerda Larga?

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